viernes, 25 de enero de 2008

Es una buena forma de describirlo...

Suena ilógico que lo puedas descifrar,
casi inútil que lo esperes llegar.
Algún día tocará tu puerta
y sin siquiera sonocerlo lo dejarás pasar.

Como un extraño queriendo ser tu amigo,
quizás simpático, pero cuidado, puede ser engañoso.
Dice que quiere compartir contigo
y algunos secretos se traslucen en sus ojos.

Se presenta de distintas formas, distintos colores.
Puede llegar a cantar como los ruiseñores.
Tantas emociones y sufrimiento te puede dar
que quizás nunca lo podras imaginar,
por lo menos no, hasta que lo conoces de verdad.

A ratos tierno, a ratos cruel.
Puede ser que te llegue a quemar la piel.
Te acelera el corazón y a toda prisa,
y a veces te logra comprar con sonrisas.

No es desechable, menos acumulable.
Quizás tan lindo que te sientes culpable.
Te regala besos, te regala locura,
te dará caricias que parecerán una fortuna.

Se hablarán como conocidos de toda la vida
Los "te quiero" vuelan como si fuera rutina.
Aunque tienen que ser con sentimiento, con razón,
que salga de lo más profundo de tu corazón.

Jamás sabrás como es él.
Nunca lograrás conocerlo bien.
Se puede presentar ante ti con rosas y diamantes,
pero no dejar de lado que él es cambiante.

Tomar riesgos, romper barreras.
Gozar más que los niños que juegan en la acera.
Puede que funcione, puede que no
pero cómo saberlo, así es el amor.

No lo vió venir.


Logró despegar los ojos y despertar de ése largo sueño que lo mantenía inquieto, con el pulso acelerado y sudor helado, semejante a la fiebre.

Alcanzó a ver la hora en el reloj, eran las "04:15 am". Bastante extraña la situación, ya que se había despertado exactamente a la misma hora desde hacía una semana.

Entre extrañado y exhausto recostó su cabeza sobre el respaldo de la cama. ¿ Qué significaba ésta rara pesadilla?. Para él era difícil captar la real idea del por qué lo perseguían unos perros con el hocico lleno de sangre y goteando la mezcla color rubí. Por qué apareció alguien con capucha negra y aspecto lúgubre aunque no se dejara ver el rostro.

Quizás era su subconsiente, que le decía que iba a morir y él no lo vió venir.